GUILLERMO DEL CASTILLO ÁLVAREZ

Guillermo del Castillo Álvarez  nace en Facinas un  ocho de febrero de mil novecientos cuarenta y dos, hijo de Antonio del Castillo y Ana Álvarez, y hermano de Gaspar, Adolfo, Antonio y Guillerma.

         Pasa su niñez y juventud en Facinas en las mismas circunstancias que tantas familias numerosas. Desde chico ya demostró su carácter emprendedor e inquieto para buscar trabajo, por lo que se dedicó a un sin fin de actividades.

         Pronto se inclina por el negocio del bar, y tras hacerlo como empleado en varios sitios, se hace cargo del ambigú del casino, donde atiende la barra del bar y el salón social, organizando bailes y otras actividades para la juventud. También regenta la caseta municipal en las ferias durante algunos años.

         Se casa con Mari Luz Peinado Ortega y tienen tres hijos; Guillermo, David y Javier.

         Tras unos años en la Costa del Sol donde se dedica a varias actividades, regresa a su pueblo continuando con su búsqueda de cualquier tipo de labor. Abre un bar en la calle Merced, lugar donde vivió la familia de Mari Luz.

         Fama tenían las tapas de Guillermo, especialmente los caracoles.

         Buscavida como nadie, no deja de salir al campo donde recoge mejor que nadie  los frutos silvestres como la tagarnina, espárragos o cualquier otro alimento.

         Sufre una enfermedad renal que le obliga a una intervención de la que se recuperó después de un tiempo.

         Entra a trabajar en el ayuntamiento encargado de la limpieza de las calles, donde demuestra su formalidad y responsabilidad, afanándose para que la limpieza llegara a cualquier rincón del pueblo. Con el tiempo ingresó en la empresa que se hizo cargo de este servicio, lugar que ha ocupado hasta su jubilación en 1997. Los vecinos no han dejado de alabar la dedicación de Guillermo, sobre todo en su afán por combatir las malezas y hierbas que tanto afean la fisonomía de un pueblo.

         Pero la vida le tenía reservada una desgraciada experiencia.

En el año 2002, el hijo Javier, destacado como legionario voluntario en Kosovo en labores humanitarias, muere tras un trágico accidente. Fue una autentica sacudida para la familia y para todo el pueblo. En esos días se viven episodios muy amargos y desesperantes. La espera hasta su traslado, los homenajes en Ronda en presencia de infinidad de autoridades militares y política a nivel nacional, las ceremonias en el pueblo con los compañeros legionarios presentes en unos actos llenos de emoción y amargura, se viven entre todos. Pero aquí da Guillermo una lección de entereza y orgullo por el gesto de su hijo. Fue tristemente emocionante verle cantar el himno de la legión con los compañeros del hijo en aquellos días, y después cada vez que se han celebrado algunos actos en el pueblo o fuera de él, ya que la familia legionaria, y en concreto  el destacamento al que perteneció, no le han olvidado y en ocasiones celebran algo en su memoria. Y allí está Guillermo con su familia sea donde sea.

         Esa espina ha quedado permanente grabada en el corazón de la familia, pero también en el orgullo del pueblo.

Continuó Guillermo buscando su distracción en las labores del campo después de su jubilación. Ahora convalece de una enfermedad que le ha tenido inactivo durante un tiempo, pero pronto le veremos salir por espárragos o tagarninas para demostrar que es el número uno. También ocupa su tiempo en la parroquia del Bar Nixon donde juega sus partidas de dominó con los vecinos y compañeros.